jueves, abril 10, 2008

Nadie sabe para quién trabaja

Resulta que aún no es mi cumpleaños pero ya llegó mi regalo. Lo que menos me esperaba: una televisión. Y no es que la idea me emocione mucho, es sólo que tendría que ser muy ingenua para considerar mío el obsequio.
La televisión que estaba en mi cuarto era la más antigua que había en casa (quizá unos diez años o bastante cerca), pero la que mejor se veía, la que a todo mundo le gustaba, la que más pleitos ha ocasionado, la que todos se disputan por usar, la que aún conserva en buen estado el control remoto original... supongo que la idea se entiende. Y el domingo llega mi mamá (¿acaso no iba a buscar algo para Lizbeth?) con la maravillosa noticia de que tengo tele nueva y es mi regalo de cumple.
Y se me hace tan irónico, porque a fin de cuentas la persona que en casa menos ve televisión soy yo. Pero luego ha salido el peine. Emilio no tiene televisión, bueno, la suya ya no funciona bien (¿y yo qué culpa tengo?), así que me han comprado una nueva para pasarle a él la mía.
No señor, no es justo. Quiero mi tele vieja de vuelta (aunque no la use!!).
No me importa la pantalla plana (por cierto más pequeña que la que tenía) ni las entradas para los 7 millones de cables que no sé conectar. Exijo respeto por mis propiedades y mi espacio (valiendo gorro, por supuesto).
Total que, por más que patalee sé que la tele vieja no va a volver a su lugar. HAY televisión nueva en mi cuarto. Y por supuesto siempre está ocupada... Cinco días con el aparatejo en mi cuarto, cinco días con "regalo". Y ¿adivina quién ni siquiera he tenido oportunidad de prenderla? Eso sí, las voces expertas (el resto de los ocupantes de esta casa) opinan que funciona a las mil maravillas.
¡¡ Chulada de regalo !!

2 comentarios:

Remedios de los Dolores dijo...

Como aquél animalillo blanco que se encontró Alicia al atravesar el espejo, cuyo nombre no pronuncio para evitar maledicencias, llego tarde, siempre tarde.
Disculpas, antes de nada. Mil perdones, solicito, contrita. Llegaré, tarde, pero llegaré.
Dame tiempo.
Mientras tanto, puedes ver la televisión. La plana o la de toda la vida.

Patty Rodríguez dijo...

Bienvenida, Remedios.
Nada que disculpar, todo llega en el momento preciso si es que debe llegar.
Sigo sin prender la bendita televisión... ¿por cuánto tiempo más? Esa es una buena pregunta.
Me "entretengo" haciendo planeaciones, proyectos del programa de competencias, medio acabando tareas, fingiendo que leo para la universidad, lidiando con mis enanos, solucionando peleas en el salón, renegando con mi coordinadora, en fin, detalles de ese tipo. Ya quisiera yo tener tiempo para una vida "normal" llena de cotidianeidades, tales como ver televisión, escuchar música o leer por placer.
Gracias por pasar por aquí.
Saludos,
Pat