miércoles, julio 30, 2008

Un buen fin de semana

Estar fuera de casa, ver otros rostros, respirar otro aire, ayuda a tener otra perspectiva de las cosas. Al menos a mí me funciona.



El fin de semana pasado fue una excelente experiencia. Un espacio de descanso, de diversión, de conocimiento, de abrirse al diálogo y al bálsamo de las palabras. Porque aunque a veces las palabras que se escuchan sean difíciles de digerir, ayudan al encuentro con uno mismo, al encuentro con el otro, al crecimiento. Y eso, finalmente, es lo que nos ayuda a evolucionar.


Cuando salió la propuesta de este viaje no imaginé todo lo que encerraría. Siempre he creído que hay momentos y situaciones que marcan la vida de las personas. Este fin de semana fue de esos. Si bien yo suponía que esos días hablaríamos mucho, jamás imaginé la profundidad de estas conversaciones.


Y es curioso cómo todo se va dando de manera perfecta. Originalmente sólo íbamos Patty y yo, luego se extendió la invitación a alguien más, pero finalmente terminamos yendo sólo nosotras dos. Y fue lo mejor. Pues quizá, con la presencia de otra persona muchas de las cosas que compartimos no hubieran sido pronunciadas. Tal vez no nos habríamos abierto de la forma en que lo hicimos. El famoso "timing". Xilitla era sólo para Patty y para mí, al menos ese fin de semana.


Quisiera tener las palabras precisas que describan cada momento, pero no existen. Juli me dijo que para disfrutar de una cascada sólo valía la vista, las palabras no alcanzaban. Aquí es lo mismo. Sólo las sensaciones son capaces de contener todo el significado.


Tanto ella como yo necesitábamos el escape del día a día; cada una tenía sus motivos. La necesidad de reequilibrarnos, de encontrar cierta paz. Y esos dos días fueron de gran ayuda. Si bien cada momento compartido aportó algo valioso, para mí, en especial, el camino de regreso tiene gran importancia.



Recuerdo que, en uno de esos momentos de silencio entre ambas, pensaba en una de mis construcciones preferidas: El Coliseo Romano. En cómo se mantiene en pie a pesar de tantos años, a pesar de que se le han arrancado los soportes, de los huecos de su estructura. Y sé perfectamente que hay personas que son así. Que tienen esa misma entereza, que permanecen pese a las contrariedades, que se reedifican sobre sí mismas. Yo compartí el fin de semana con alguien así.


Gracias Patty, por un fin de semana innolvidable. Por cada palabra, por cada silencio, por las sonrisas y las lágrimas, por las enseñanzas y por todo aquello que no alcanza a ser expresado en palabras.

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