Creo en las pistas, en las huellas, en aquellos indicios que nos pueden llevar de regreso para comprender porqué estamos donde estamos y qué nos ha llevado ahí.
Anoche volvieron recuerdos de otros tiempos, de otros cariños, de otros ayeres. Volvieron palabras, sensaciones, razones.
Ayer recordé quién soy, qué me ha marcado, qué no ha cambiado a pesar de los años.
A pesar del tiempo, a pesar del silencio, a pesar de la lejanía y la distancia, anoche te recuperé. Anoche, tú, quien me conoció mejor que yo misma, estuviste de nuevo junto a mí. Tus mensajes, tus palabras, el día a día a través de tus correos de años atrás. De antes de las pérdidas, de antes del dolor, antes de nuestra separación.
Y fue a través de ti que pude sentarme frente a mí misma nuevamente, fue así que comprendí que es momento del cambio, que si no es ahora no será nunca, aunque duela, o quizá, precisamente porque duele.
Te escribí pero no te lo conté, en realidad pensé que no me responderías, y hoy tu correo en mi cuenta. Tu llegada el martes. La promesa de que nos veremos, ¿será que ahora sí coincidamos?
No sé, no sé... creo que al tenerte en frente no sabría qué decirte. Pero quiero verte, quiero saberte, quiero darme cuenta si seguimos contando una con la otra o es momento de también a ti decirte adiós.
Ahora que es momento de transición, de cambio, de reflexión... quizá tu visita sea el comienzo del proceso.
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