Me gusta pensar bien las cosas. Suelo dedicar mucho tiempo a este proceso. Quizá demasiado, aunque la palabra demasiado no sea muy de mi agrado.
Pero de repente, las situaciones de la vida me llevan a ver que no es bueno pensar tanto. No hablo de dejar de lado el análisis para siempre. No. Es otra cosa. Algo muy sencillo. Se trata, simplemente de vivir. De dar a cada cosa su justo lugar: a los pensamientos, a los sentimientos, a las experiencias, a las oportunidades, los deseos, los sueños, las posibilidades....
Creo que la cosa se trata de ir viviendo, no sobreviviendo. De aceptar. De reconocer. De asumir. De ser coherente. De abrirse a lo nuevo. De disfrutar. De sonreir. De amar. De ser feliz.
Hay momentos para hacer un alto para pensar. Y hay otros momentos para dejar de pensar y empezar a vivir. Este de es los últimos.
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