Resulta que el lunes coincidí con Driana en el messenger, y la conversación empezó a profundizar a tal punto que una llamada telefónica era indispensable. Hay momentos en que las palabras escritas no dan lo suficiente, pero sí un tono de voz, una pausa en una frase, la acentuación de aquella palabra en particular. Decidí cometer la "imprudencia" de marcarle y fue una conversación extensa, detallada, profunda, una de esas ocasiones que se hubieran disfrutado aún más con una taza de café de por medio (aunque las doce de la noche no parezca una buena hora para tomar café).
Algo que siempre me ha sorprendido es cómo todo se da en el momento justo. Después de meses de no coincidir para llamadas telefónicas, repentinamente, se acomodó el universo y pasamos casi dos horas compartiendo muchas cosas.
MariCarmen dice que no hay caSUalidades, sino caUSalidades... El caso es que las conexiones entre la gente tienen un poder tremendo. Muchas veces, cuando escribo estas líneas, las siento sólo para mí, pero en situaciones como las del lunes, cuando otro lee lo que posteo y se ve reflejado en ello... vamos, hay otras perspectivas. Aunque a veces todo se encamine al mismo paraje.
Driana tiene razón, hay momentos, conversaciones, situaciones que DEBEN SER COMPARTIDOS CON LAS AMIGAS. No hay vuelta de hoja. Cuando hablamos con los demás en cierto sentido nos estamos hablando a nosotros mismos, y al escucharnos (interna y verbalmente) vamos atando cabos, re/descubriendo(nos?), ampliando el campo de visión. Eso es enriquecedor. Lo mismo que escuchar a quien está frente a ti, que con lo que comparte te permite descubrir nuevos tesoros enterrados.
Ya lo he dicho antes, admiro la capacidad que Driana tiene para leerme entre líneas y para poner en palabras aquello que sin demasiada coherencia anda dando vueltas en mi interior. La gran mayoría de las veces no podría ser más acertada. Tal vez Driana no lo sepa, pero la comprensión de mí misma que a través de sus palabras he podido lograr, es una experiencia que no tenía desde hace mucho tiempo.
Esa noche dijimos ambas muchas cosas, muy importantes gran parte de ellas. Si hubiera de quedarme con una sola frase sería su "¿qué pasa?", con todo lo que la entonación transmitía. ¿Puede una frase ponerte a descubierto a la vez que te abriga? Seguro que sí, aquel repetido "¿Qué pasa, Pat?" tiene ese poder.
Porque después de todo, descubrí que sí pasa(ba) algo. Y todo tiene que ver con la mayor incoherencia: un momento justo en el instante inadecuado. No, pensándolo bien no fue así. Fue el momento justo en una situación inadecuada. Es increíble el poder que pueden tener las palabras, tanto las que se dicen como las que se callan. Y especialmente, la facilidad que tienen para remover recuerdos, conciencias, viejas cicatrices...
El universo conspira para que las cosa se den como y cuando deben ser. Tal vez después de todo aquel sábado, no era el momento adecuado para compartir ciertas historias, aunque exista la confianza, a pesar del deseo de ser honesta... A veces una puerta abierta, en realidad logra cerrar otras.
Driana y yo hablamos de las decisiones que hay que tomar a lo largo de la vida y de la influencia que llegan a tener esas opciones. Hablábamos, especialmente, de cómo elegimos mantener a ciertas personas a nuestro lado. Y eso, claro, me llevó a pensar en dos relaciones importantes de mi vida, ambas de años de duración. Una amiga que repentinamente "me robaron", y que cuando volvió nunca más supe quién era en realidad; el tiempo fue pasando y aunque los recuerdos son muchos, el día a día continuó distanciándonos.... de a poco a poco, casi sin darnos cuenta, tan al punto que a veces pienso que ella ni siquiera lo sabe. La otra, la amiga que me conocía mejor que yo misma, la que a pesar de la distancia estaba siempre a mi lado, la que repentinamente se encerró en un silencio abismal del que no ha salido, o al que yo no he sabido entrar, a la que me da miedo perder, a quien muchas veces siento que ya he perdido pero espero reencontrar algún día.
Gracias Driana, gracias Eréndira. Porque cada palabra, cada silencio, cada interrogación, cada mirada, cada coincidir, fue en el momento preciso.
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