No quiero entrar en clichés ni en lecciones de historia acerca de la importancia y trascendencia de la construcción de caminos en el Imperio Romano. Lo que me interesa realmente es el camino en sí.
Supongo que los constructores de hace dos milenios nunca se imaginaron que su trabajo sobreviviría tanto tiempo, que hoy, podríamos aún sentir bajo la suela del zapato la redondez de la piedra y andar los pasos que valorosos soldados y acomodados comerciantes transitaron con anterioridad.
Si bien un camino va, igual regresa a su origen. Diría una amiga mía, es de ida y vuelta.
A veces, los detalles del día a día son que los que me recuerdan que lo importante es andar el camino. Mis senderos de hoy fueron allanados por alguien que los recorrió antes, que quitó los escombros, que los preparó para mi paso. Y creo que a mí me toca continuar esa labor.
Hoy vi una foto de una calle, con flechas pintadas en el piso indicando un doble sentido. Y pensé que así precisamente es como funciona la vida, al menos mi vida.
No hace mucho me desperté pensando en una persona importante de mi pasado, alguien que dejó huella en mi interior y me llevó en gran medida, a ser hoy la que soy. Supongo que ella jamás comprenderá lo que hizo en/por mí. Así como quizá yo jamás entenderé lo que puedo dejar sin darme en cuenta en otros.
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